miércoles, 29 de septiembre de 2010

Lo que queda

Baja California Sur es presa de la incopetencia. De la mala fortuna. De gobiernos irresponsables. Aquí, por supuesto, no se salva el PRI, el PAN, el PRD o los partidos satélites. Son una misma porquería. Pero, el pasado no lo podemos cambiar, ni tampoco hemos aprendido de él. Seguimos cerca, muy cerca, del corporativismo, del clientelismo, la dádiva, el compradazgo, la prepotencia, la indiferencia, la negligencia y la corrupción. Ya no importa que Liceaga, Mercado, Cota, Agúndez sigan empecinados en seguir golpeando a la clase media emergente que susbsiste y que esta a punto de acompañar a los millones y millones de pobres que habitan este país. Son tres millones de pobres que la crisis borro. Estan en algún lugar. Tal vez desterrados en otro país. Y nosotros seguimos, aguantando al cara de idiota de Gerardo Higuera o al oportunista Govan Murillo. O convivir con la terquedad de Víctor Castro, Omar Castro o Florentino. Ahí esta empecinados en volver Rodimiro Amaya cuyo pasado priísta lo delata como uno de los hombres más cínicos que ha gobernado Baja California Sur. Siguen la Ponce Beltran asfixiando con sus mentiras como si no fuera una dinosauria más que devora, traga y se burla de los más desprotegidos de este país. En este parque maravilloso habita Alfredo Porras, Rogelio Martinez, Jorge Vale, Marcos Cobarrubias, Héctor Ibarra. Todos salidos de la terrible maquinaria política del PRI. Estamos ante un escenario que no ha parado de escandalos. Estamos ante un gobierno y un sistema de partidos políticos donde se llega para hacer riqueza personal. Donde los actores solo se preocupan por la tranza. Donde los hombres y mujeres envilecen el oficio de trabajar en favor de los demas. Todos juntos no entienden de economia, no entienden de un proyecto social. Todos se estan peleando por seguir en la Plutocracia que nos tiene subyugados. Es una clase política que apesta a vomito. Es una clase política que le esta buscando ruido al chicharon. Sí, carajo, la ciudadanía esta sin esperanza y no se ve quien la encienda. No se ve. Cuando un pueblo pierde la esperanza solo queda una revolución armada. Esto es lo poligroso. Esto es lo que nadie desea. Esto es lo que puede terminar de unidir a la República. Pero puede ser la ultima salida. Puede ser que no tengamos opciones. Puede ser que la única alternativa sea renovarnos o morir. Es por demás, el río lleva agua fetida, putrefacta. Lo que sí queda claro que la gobernabilidad se ha perdido. Lo que queda claro es que todo es más de lo mismo o más de lo peor. Y el cambio esta por llegar desde la sociedad civil.

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